El de las entradas

viernes, abril 25, 2008

Querida Razón

Estoy aquí...estoy aquí...
A pesar del llamado, estoy aquí...
No olvidaré mi promesa, así como tampoco olvidarás suplicarme...


Pero debo admitirlo: el frío cala hondo en mi abatimiento. El cemento se siente inhóspito...áspero...humillante, como si de un verdugo se tratase.
Sí: tienes una figura mortal, un halo de sufrimiento, un esbozo de dolor...
Y sigo viendo tal resplandor en tu sombra; esa silueta que a gritos pide su libertad. ¡¡Libertad!! como si yo fuese el dueño de aquella. Has hecho bien en dejarme jugar con la codicia, revolcarme en la ignorancia, odiar la humildad...¿¿¿y ahora??? 
Ahora soy mi propia cárcel y mi propio inquisidor. Tal gigante de historietas que no deja a su presa respirar,  persiguiéndola hasta olvidar su último atisbo de humanidad, para luego celebrar su victoria frente a la perdición de su víctima.
No...ese no seré yo. Seducido muchas veces por tu perfección, no me adueñaré de tu crueldad. Te dejaré ir y tus huellas dibujaré en mi mente, para luego arrojarlas al olvido...

Sólo espero no olvidarme contigo...