El de las entradas

sábado, diciembre 24, 2005

El amor propio: una barrera imposible de superar

La vida está fundada en apariencias. Estamos actuando constantemente frente al resto, poniéndonos caretas para esconder nuestras debilidades y sentirnos integrados a los grupos que nos rodean. Creamos ideales que nos unifican y mueven al mundo en función de falsas concepciones. Se hacen afirmaciones erróneas aceptadas por todos, estando concientes de su hipocresía, formando parte del siempre mencionado inconsciente colectivo.

Uno de los principales pensamientos que circundan por cada una de nuestras cabezas, corresponde a la siguiente afirmación: "No sólo se debe procurar de sí mismo, sino también de los demás". Pues os diré algo: ¡Qué frase más equivocada! Jamás pensamos en el resto. La única forma en que podamos considerar al otro, es en función de mantener el bien común para obtener un beneficio propio. En otras palabras, es imposible ayudar al otro "por amor al arte". Para mí, esto se hace por amor propio.

Algunos podrían decir que las personas, al vivir en comunidad, no pueden actuar para sí solas, pues siempre están dependiendo del entorno. Por supuesto que no puede ser de otra manera, pues somos seres gregarios por naturaleza. Establecemos nexos comunicacionales cada segundo y generamos relaciones estrechas entre nosotros, lo que hace ver al destinatario de nuestros mensajes como alguien a quien podemos afectar en forma directa.

Sin embargo, se ha pasado por alto el que todas estas relaciones se concretan para satisfacerse mutuamente. Desde que estamos en el vientre maternal, siempre utilizamos los recursos del entorno para subsistir. Somos entes que se nutren de elementos externos para sobrevivir, incluyendo –ciertamente- a los demás humanos. Es así como las relaciones parentales, amorosas, laborales, amistosas, etc. poseen un común denominador: contribuir a la estabilidad emocional de cada persona.

Como consecuencia de lo anterior, quiérase o no, la sociedad humana inevitablemente tiende a ser individualista. Sobre todo en estos días, en donde la competitividad entre nosotros es descarnada. Pareciera que obstaculizar el camino del compañero es la única forma de ascender dentro de esta jungla; tomar en cuenta al enemigo es un pecado mortal. Al momento en que alguien se nos interpone en nuestros intereses, instintivamente tendemos a enfrentarlo y desvalorizarlo.

Por otro lado, no se puede desconocer que todos nos agrupamos para lograr un objetivo común. Si no fuera así, no existiría el gobierno, las empresas, y –por sobre todo- la familia. Esto se lleva a cabo para alcanzar una meta colectiva, que reafirma los lazos de confianza entre los miembros del grupo y genera una colaboración mutua.

No obstante, desde mi punto de vista, estas asociaciones sólo se crean para reunir fuerzas que permitan lograr un propósito, pero como paso intermedio y obligado en el camino que cada uno desea seguir. Con esto quiero decir que las metas colectivas son creadas por conveniencia. Por ejemplo, nadie se atrevería a negar que los partidos políticos son agrupaciones en las cuales todos sus miembros aspiran al poder, estando conscientes de que sin el respaldo de la entidad no lo pueden alcanzar.

En consecuencia, quiero enfatizar que sólo establecemos metas propias, inventando las colectivas para facilitación de las personales. Es así como, en nuestro caso, la universidad es una institución en la que nos reunimos a educarnos y lograr el aprendizaje de un oficio. Obviamente, lo hacemos como parte de nuestras aspiraciones y no por el deseo de que nuestros compañeros también concreten el proceso. Es tan simple como que yo vengo a estudiar para "realizarme" y no para que el resto se consolide como profesional.

Así también, no se puede obviar el que podamos sentir compasión por las injusticias que vemos día a día. Como producto de esto, desarrollamos actos de caridad y somos generosos con quienes pensamos que están en una posición desfavorable frente a nosotros. Desarrollamos formas de poder contribuir a la sociedad y, al mismo tiempo, mejorarla. Por lo tanto, es bien visto el ayudar al prójimo, así como aportar –dentro de las posibilidades- a que el sistema funcione mejor.

Ahora, ¿lo hacemos realmente para que el resto se beneficie?. Lamento decir que no. Aunque cuesta reconocerlo, el único motivo por el cual cultivamos la solidaridad es para satisfacción propia; por el simple anhelo de sentirnos virtuosos y redimir nuestros malos actos. Es una falacia el afirmar de que podemos cooperar de manera desinteresada, porque siempre está latente el interés por el amor propio y la retribución que nos hará el destino.

Es así como podemos inferir de no podemos colocarnos en el lugar del resto, por el simple motivo que nos es imposible adentrar en la mente del otro para conocer sus pensamientos. Lo único que se puede lograr es procesar lo que comunica nuestro interlocutor y formar una idea vaga de sus concepciones mundanas, mas ésta se encuentra filtrada y no es del todo fidedigna. Por otra parte, todo lo que el hablante nos pueda entregar será procesado bajo nuestro punto de vista y sometido a juicio propio, por lo que ya pierde la subjetividad del otro, al mismo tiempo que pasa a formar parte de la nuestra.

En conclusión, hay que meditar dos veces antes de caer en el juego de "ponerse en el lugar de la gente". No existe probabilidad alguna de abandonar nuestras necesidades en pro de las del otro, así como de postergar las cosas que nos convienen por consideración al prójimo. Sé que puede sonar frío y cruel, pero creo que es peor ir en contra de los principios que tenemos como humanos. Lo más execrable es mentirse a sí mismo.

jueves, diciembre 01, 2005

Callejón Sin Salida

No estoy aquí. Es un extraño el que está escribiendo. Todo es ajeno...
Me desprendo de este abatido cuerpo, intentado romper las cadenas que me sujetan al castigo eterno de la existencia, a los placeres que sólo protegen la debilidad de nuestras almas.
El oír, el hablar, el sentir, son torturadores que aceleran la decadencia de la realidad entregada por caminos erróneos, de los cuales nunca podré desviarme.
¿Qué se supone que debería hacer? ¿Sentarme y reflexionar sobre el asunto? ¿Terminar con todo esto? ¡Oh, que ingenuo soy al pensar que con la muerte todo se soluciona! Un beso al verdugo no es más que admitir la incapacidad de resistir el fuego ardiente en mi corazón. No hay que ser débil: por algo hay algunos que mueren felices. Ellos fueron enérgicos en sus convicciones y no dieron su mullido brazo a torcer.
¿Por qué no puedo ser así? Creo que porque estoy consciente de la porquería que nos rodea. El dejar pasar es mejor que el enfrentar. Sinceramente, deseo ser imbécil, o un devoto creyente de que la felicidad es posible. Anhelo con ansias ser espectador de un mundo inventado, el que nunca bajará el telón mientras lo observe con fe.
...Pero no es así. Es lo que me corresponde en esta lotería de la humanidad. Sin embargo, creo que hubo un error en el sistema. Yo no debería estar aquí.

¡¡¡¡LO ESTOY!!!! SOY CULPABLE DE NACER Y PRIVILEGIADO DE MORIR

Un momento...
No soy el único
Hay otras luces que buscan la oscuridad para brillar
Para eso estoy: para resplandecer junto a ellas...

martes, noviembre 15, 2005

Alas Cortadas

Recién acabé de ver un reportaje sobre los niños que nacen con SIDA. Volvió a mi mente la gran pregunta que siempre me hago: ¿Porqué hay personas que nacen con impedimentos para lograr una vida feliz y con herramientas necesarias para hacer el bien?

Se supone que Dios nos exige obrar adecuadamente, para luego recibir la recompensa de la salvación. Si no le obedecemos, nos castiga con impedimentos para alcanzar el bienestar. Pero ¿Y si se nace con estos castigos? ¿Es que acaso cometimos un pecado en el vientre de nuestra madre o algo así?

La igualdad no existe: eso todos lo saben. Sin embargo, es ilógico que algunos tengan capacidad de redimirse y otros no, aunque lo deseen. Un delincuente puede arrepentirse y realizar buenos actos, pero un discapacitado o un enfermo jamás tendrá las oportunidades de aquel tipo, por más que no cometa ningún pecado.
¿Cómo explica la religión lo anterior? Desesperantemente simple: Dios nos pone “pruebas” y “obstáculos” a cada uno para probar que le somos fieles.

¡¡¡¡Por favor!!! ¿¿¿¿Qué tienen que probar esos pobres niños que están destinados a morir, si ni siquiera tiene tiempo de ser malvados??????? No me convenzo de la injusticia de la humanidad; es tan grande que me llega a deprimir.

Lamentablemente, hay que hacer lo posible con lo que tenemos. En mi caso, no sé hasta dónde pueda obrar bien...quizás también estoy condenado a sufrir eternamente

domingo, octubre 16, 2005

El Encuentro

Tú; yo. Una simple mirada. Nada más; nada menos. ¿Es coincidencia o jugada del destino? No lo sé. Lo único cierto es que allí estamos; tus párpados se abren junto con los míos y se cierran a la par. Comienzo a soñar, a dejar poco a poco esta maldita realidad...

En mi sueño estamos los dos, pero esta vez no existe algo que impida nuestra casualidad; todo confabula para que expreses lo que quieres decir con tus facciones. Es imposible emprender marcha atrás.

Cada paso que das es un gran regalo. Cada latido de tu corazón es una melodía perfecta que puedo escuchar más y más fuerte. Cada suspiro es una señal de que deseas vivir, para estar junto a mí.

Te detienes. No reacciono ante tu imponente figura paralela a la mía. Es imposible despertar mi cuerpo; estoy absorto. Quiero tocarte, quiero abrazarte...mas no puedo. Eres inalcanzable, como un ángel que nunca caerá del cielo. Estoy resignado a no tenerte. Sé que si logro llegar a ti, en un instante desaparecerás...

Prefiero verte lejos, pero no dejar de admirar tu belleza. Prefiero pensar que algún día estaremos juntos, aunque sea por un segundo. Prefiero seguir acariciándote con mis pupilas, hasta que aquellas dejen de moverse. Prefiero estar allí, intentando no perderte.

Descendiendo de la fantasía, vuelvo a sentir la ropa impregnada sobre mi piel. Dejo de observarte. Comienzo a buscar algo en que distraerme, para no caer de nuevo en esta dolorosa rutina.

No puedo. No puedo. Simplemente, no puedo.

jueves, septiembre 15, 2005

Inexplicable

Todo está oscuro... no puedo pisar con seguridad... mis manos no encuentran refugio en la penumbra... estoy perdido... estoy perdido.
Avanzo desconfiado. Abro mis ojos con la esperanza de que mis pupilas se contraigan. Negro es todo lo que se presenta más allá de mi ser.
¿Encontraré la ansiada luz?
Probablemente no.
¿Vale la pena seguir?
Lo dudo.
¿Qué hago ahora?
Continuar.
Porque no hay otra salida que buscar una salida. Porque no puedes escapar si no existe un escape.
Porque es mejor conseguir algo mejor. Porque sin vida no puedes vivir...
Sin embargo, el último soplo de aire es atrapado por mi agitada respiración.
La desesperación del alma lucha contra el cansancio del cuerpo. Las convicciones se imponen sobre las necesidades. Todo indica que el viaje acabará, a pesar de la bravura que se impregna en mis venas.
¿Para qué morir en el intento de llegar a lo inalcanzable? Más vale resignarse a la ley de la vida, antes que a la amargura del deceso.
A pesar de todo... no cederé. Voy a entregarme a la causa. Por lo menos, me quedaré con la satisfacción de haber luchado hasta el último segundo, aunque estuviese consciente de que no ganaría.

Suena el despertador. Ahora la oscuridad ha desparecido.
Pese a esto, mis párpados se cierran y el negro se adueña de mis sentidos. La sensación es la misma...

(ojalá encuentre luego un estilo o de lo contrario Pizarro me reprueba XD)

domingo, agosto 28, 2005

...el título está en el texto...

¿Para qué Despertar, si el sueño es el único refugio seguro que tienes?
¿Para qué Esperar que las cosas se den, si nunca resultarán como quieres?
¿Para qué Llorar, si las lágrimas no vengarán al que te hizo sufrir?
¿Para qué Imaginar un mañana, si el hoy no lo puedes enfrentar?
¿Para qué Respetar las normas, si los mismos que las crearon te enseñaron a romperlas?
¿Para qué Intentar ser feliz, si estás destinado a no serlo?
¿Para qué Ocultar tus miedos, si el valiente es tan débil como tú?

¿Para qué Comenzar un nuevo día, si te acercas cada vez más a la muerte?
¿Para qué Observar a los demás, si es imposible que seas como ellos?
¿Para qué Necesitar alguien a tu lado, si nunca se entregará a ti como tu lo harás?
¿Para qué Salir a conocer el exterior, si no conoces tu interior?
¿Para qué Cambiar, si tu esencia es la misma?
¿Para qué Ilusionarse, si sabes que la realidad no puede cambiar?
¿Para qué Esquivar las dificultades, si ellas siempre te perseguirán?
¿Para qué Negar tus virtudes, si son ellas las que luchan contra tu enemigo?
¿Para qué Tener una sonrisa alentadora, si no eres capaz de alentarte a ti mismo?
¿Para qué Entender todo esto, si hay cosas que es mejor no entenderlas?

jueves, agosto 04, 2005

Trance Mental

A pesar de que hace mucho que no escribo aquí – y no es por falta de tiempo, sino por flojera- me percaté de que me hacía bien descargarme en unas cuantas banales líneas. Siento que estoy mas suelto para escribir que antes, y se lo debo en gran parte a esto (por lo menos ahora escribo una oración de corrido; un gran avance).
Mientras escucho algo de música dance, que aunque parezca estúpido es una gran inspiradora, gasto un poco de energía creativa en teclear unas cuantas palabras que espero sean bien recibidas por el que las lee.
Bueno, después de esta introducción, os presentaré un pequeño relato que refleja, en parte, lo que me está sucediendo este último año.

No sé que título ponerle... por qué cresta todo tiene que llevar título

Cuatro paredes, dos frazadas y una ilusión, era lo único que poseía el loco. Daba lo mismo donde voltease su mirada: todo era blanco, radiante como el sol que jamás podría volver a ver. A pesar de su soledad, el loco no sentía nostalgia por sus seres queridos; ¿Cómo puede una persona querer a alguien más si se odia a si mismo?.

Pasaba día y noche mintiéndose sin piedad, inventando experiencias y vivencias que estaba conciente de su imposibilidad. Pero era feliz. No existía ser humano cuerdo capaz de sentir el regocijo que experimentaba el loco cada vez que emprendía un nuevo viaje por territorios desconocidos, en donde sus sentidos se maravillaban de la hermosura de aquellos paraísos.

Sin embargo, en el momento que despertaba de aquellos sueños, se percataba de lo bajo que había llegado. Su mente le acosaba, le repetía una y otra vez que vivir de los sueños no es vivir... Sus ojos se nublaban, su boca se encogía y sus brazos acogían su desesperación. Allí quedaba: llorando hasta perder la última gota de agua sobrante de su cuerpo.

Ésa era la rutina diaria del loco: soñar y despertar, reír y callar.

Pero todo cambió en un instante: el médico tratante decide darlo de alta. Según él, está apto para entrar a la sociedad.

El crujir de la puerta no perturba el estado de gozo del soñador. Sus oídos no pueden penetrar en su pensamiento. Con sus alas vuela más y más alto.

Repentinamente, un grave voz le hace aterrizar. Le pide que le acompañe, que debe abandonar el recinto... que al fin quedaba libre.

El loco no entendía nada; ¿Para qué ser libre si su alma volaba por donde quisiese?

No sirve de nada luchar contra los médicos, pues la decisión está tomada. Es su destino. Es el curso normal de la vida. Debe salir.

Llega hasta la alcoba del edificio. Desprende sus alas y lentamente comienza a moverlas, confiando en su gran capacidad para volar...

martes, julio 12, 2005

Despertar (Transcripciòn)

Ésta es la trascripción del ejercicio incluido en la PEP de Redacción General... gracias al cual me salvé del rojo jejeje... Lo que más risa me da, es que es demasiado depre y el profe lo encontró súper bueno (escritor tenía que ser jojojo)

Solía pensar que la vida era fácil. Nada más equivocado... Quizás, como mi infancia fue así en cierta manera , esperaba que ahora siguiese de ese modo.

Cuando mis ojos todavía reflejaban una visión inocente del mundo, los adultos se encargaron de augurar un porvenir prometedor, alegre, en donde nada –ni nadie- me podría faltar.

Pero cuando llegué a esta etapa llamada adolescencia, toda la fantasía se desvaneció. Comencé a sentir que no encajaba en esta sociedad tan exigente, que endurece nuestros humildes corazones hasta volvernos los seres más fríos que pueden existir.

A medida que voy creciendo, puedo sentir cómo la humanidad me desplaza, trata de convertirme en un esclavo y me corrompe por completo.

La gente cada vez es más individualista e intenta diferenciarse de la masa, aún cuando esto es prácticamente imposible. Trata de evadir la presión social, alienarse con la televisión, sólo para no tomar conciencia de la decadencia en que estamos inmersos.

Es por eso que no puedo ser positivo. Mi visión de las cosas ha cambiado: ya no soy ese chico boyante que espera con ansias la llegada de nuevo día. Al contrario, intento no pensar en lo que el destino me depara.

Creo que es hora de enfrentar la realidad de manera consciente, sin falsas esperanzas. Es la única forma de poder seguir adelante, sin dar el brazo a torcer frente a los desafíos que impone el diario vivir.

sábado, junio 04, 2005

Consuelo (1ra parte)

La habitación de Esteban recibía los primeros rayos del amanecer. El sol lentamente iluminaba las blancas y agrietadas paredes que acogían a este soñador sin fronteras.

Esteban vivía entre dos mundos; cualquier instancia en donde pudiese dejar de lado sus actividades cotidianas servía para transportarse a su propio universo.
Este universo no tenía nada de irreal; por el contrario, era lo que el real debería ser. Todo funcionaba de maravilla, como si de una máquina se tratase. Cada elemento que conformaba este paraíso armonizaba con el entorno, así como cada persona se complementaba con sus pares.

Era así como cada problema que se le presentaba tenía una solución en este mundo. Lo mismo ocurría con los problemas de los demás; mágicamente desaparecían y todo volvía a ser como antes. Nada ni nadie podía intervenir; Esteban era el único con poder para hacer cambios en este lugar.

Esa mañana era especial; Esteban se había mudado recientemente y su primer día de clases en su nuevo colegio le aguardaba. Cargado de energía, se viste, desayuna y está listo para tomar el bus que le conducirá a su nuevo centro de estudios. Su madre se despide y le desea mucha suerte, percatándose de la ansiedad de su hijo por comenzar una nueva etapa en su vida.

El camino le parece lúgubre: Unos cuantos árboles se mantienen en pie entre las modestas viviendas y terrenos baldíos que pasan avergonzados ante sus ojos. De pronto, la sombra un edificio de gran altura le indicó que había llegado al centro de la ciudad; su colegio quedaba muy cerca de allí.

En el momento de salir del bus, Esteban sintió escalofríos por todo el cuerpo. Había pasado muchas veces por esto, pero esta vez era distinto; nunca había estado tan nervioso. Cualquiera que pase al lado suyo adivinaría que era “el nuevo” de la escuela y eso le inquietaba.

Sintió que los ojos de todos los estudiantes que entraban al recinto se concentraban en él. Era una reacción natural frente a un desconocido, el lo sabía. ¿Por qué esta vez parecía ser la primera?

No había explicación alguna... Ni siquiera en su mundo interno, el cual era su único apoyo en ese complicado momento.

Mientras ubicaba a su curso, Esteban intentaba mantener la calma. Esto no sirvió de nada, pues su desesperación aumentaba de manera muy rápida... No había otra salida; debía escapar a su otra realidad.

Sin darse cuenta, ya se encontraba en la sala de clases rodeado de extraños que amenazaban con invadir el territorio del cual él era su único dueño.

Sin embargo, intentó incorporarse a la actividad que en ese momento estaba realizando el profesor encargado -la típica dinámica grupal para conocerse mutuamente y satisfacer la curiosidad de toda esa tropa de mirones, como pensaba Esteban- y que en ese preciso instante requería de su presentación al curso. Lo mismo de siempre: su nombre, de donde viene y porqué está aquí...
Cuando volvió a su asiento, Esteban perdió el equilibrio.

Sin duda, el mareo que sentía su cuerpo se debía al ambiente hostil que le rodeaba. Fue un presentimiento muy asertivo; sus compañeros no lo querían allí. Esteban era una sobra, un estorbo para el grupo y jamás lo admitirían en éste.

No obstante, esta aversión parecía no afectarle. Su imperio interior lo recibía con los brazos abiertos cada vez que él se sintiera desplazado. Lamentablemente para él, también debía preocuparse de las actividades terrenales; el estudio era primordial para su formación como persona y no podía dejarlo de lado.

Así pasaron varios meses. Su contacto con los demás era lo suficiente como para comprender las materias y, de vez en cuando, soltar una sonrisa. Esta introversión pasó a ser objeto de burla de sus compañeros, los que no desperdiciaban oportunidad para mofarse de su peculiar personalidad. Para Esteban, estas burlas eran ataques a su mundo paralelo, el cual resistía día a día el acoso del exterior.

Pero las heridas se estaban abriendo con mucha fuerza, provocando un terremoto que acabó con el oasis... Esteban debía enfrentarse con la realidad.

Continuara... :P

Delta Goodrem: “Mistaken Identity” (Identidad Equivocada)

Esta cancion me identifica mucho... habla de que cambias completamente de identidad y desconoces la de tu pasado...

El chico paciente con vestimenta de príncipe
Ese solía ser yo
Una seductora sonrisa impredeciblemente salvaje
Siempre intentando complacer
Siempre caminando un paso adelante
Eso pensaba hasta que el monstruo apareció en mi lecho
Rebobinar y borrar esa mirada atónita en tu cara
Porque ese chico está muerto

Un millón de palabras... cientos de días

Coro:

El niño que yo solía ser
Sufre un terrible caso de identidad equivocada
Y ese niño que ayer veías no es el que estás viendo ahora
Éste es un terrible caso de identidad equivocada

El sol tiende a ascender como la luna a caer
Esto se parece a mi vida
He jugado el rol de buen chico
El cual está cortado por una navaja
Ahora no ando buscando miradas compasivas
Y no quiero pasar la noche acostado en una cama de bellas mentiras
Rebobinar y borrar ese niño enfermo
y avanzar rápido, muy rápido

Cientos de días...

Coro:

El niño que yo solía ser
Sufre un terrible caso de identidad equivocada
Y ese niño que ayer veías no es el que estás viendo ahora
Éste es un terrible caso de identidad equivocada

Ése no soy yo, simplemente no soy yo
No soy yo...

Coro (x2)

sábado, mayo 21, 2005

Delta Goodrem: Be Strong (Sé Fuerte)

¿Estás nadando en océanos de melancolía?
¿No sientes como que te estás hundiendo?
¿Estás cansado de la lluvia después de todo lo que has pasado?
Bien... yo sé lo que estás pensando
Cuando no eres capaz de enfrentarlo...
Pero puedes sobrevivir
Estoy seguro que pronto entenderás

Coro:

Porque cuando estás en tu hora más oscura
Y todas las luces simplemente se desvanecen
Cuando eres como una flor cuyos colores se han perdido
Bueno... aguanta, y sé fuerte

No, no estás derrotado
Y pronto vas a sonreír de nuevo
Entonces no tendrás que sentirlo
Déjalo ir con el viento
El tiempo corre con nosotros
Y él sabe que te está permitido llorar

Coro:

Porque cuando estás en tu hora más oscura
Y todas las luces simplemente se desvanecen
Cuando eres como una flor cuyos colores se han perdido
Bueno... aguanta, y sé fuerte

viernes, mayo 13, 2005

"Amor" (Cuento)

- Es una noche especial... no sé bien porqué... – susurraba María a su esposo-... siento que alguien se acerca a nuestra casa... no te quedes dormido... no te duermas...
Pero era demasiado tarde. José había caído en un profundo sueño y María estaba consciente de esto. Así fue como su curiosidad la instó a ponerse de pie y avanzar a tientas hacia la entrada de su vivienda. Como si estuviese esperando algo o alguien que sólo ella podía recibir.
Se sentó en el sillón más próximo a la puerta. Fue entonces cuando una avalancha de ruidos arribaba en dirección a su hogar, dando a comprender que efectivamente alguien merodeaba en el exterior.
Con sus frías y avejentadas manos, María giraba cuidadosamente la manilla intentando hacer el menor bullicio posible. Al asomar sus lánguidos ojos pudo contemplar la figura de un hombre estacionando una carroza en el antejardín.
Con una valentía nunca antes vista en ella, María enfrentó a esa extraña silueta:
- ¿Qué hace usted a esta hora en mi casa?
Entonces el sujeto se acercó al portal. Su aspecto era indescriptible; los escalofríos que producía en cualquiera que se topase con él nublaban por completo la razón.
Sin embargo, este no era el caso de María. Tenía que defender a su familia a como de lugar, sin importar quien amenazara la tranquilidad reinante.
El hombre dejó de moverse. María decidió continuar con el interrogatorio:
- ¿Busca a alguien en especial?
Repentinamente, una voz ronca y casi fantasmal; penetrante y atemorizante a la vez, responde:
- José, quiero que José venga conmigo
- ¿Usted lo conoce?
- Más de lo que usted cree.
Esto dejó desconcertada a María. No se explicaba qué relación podía tener su marido con este señor y menos porqué quería encontrarse con él a tan altas horas de la madrugada.
- Lo siento, pero José está durmiendo. Si no se da cuenta es muy tarde.. quizás pueda venir en la mañana
- Cuando llega el momento no hay nada que hacer. Quiero que él venga conmigo
La voz de María parecía perder paulatinamente su fuerza
- Mejor váyase. Mañana conversa con él
- Es mejor que no insista. Usted no puede interferir con lo que tiene que ocurrir
Justo cuando María estaba decidida a cerrarle la puerta, se oye un desesperado grito de la mayor de sus hijas:
- ¡Está muerto! ¡Está muerto!
Descontrolada, María corre hasta el lecho nupcial, en donde le esperaba su hija, cerrando con sus pequeñas manos los ojos de José.
Ahora comprendía todo. Sin pensarlo dos veces sale a encontrarse con el hombre.
- Yo iré con usted...

Al amanecer, un repuesto José se levanta a preguntar sobre su mujer:
- ¿Adónde habrá ido María que salió tan temprano?
Su hija no supo responderle, pues tenía la misma inquietud. Ni siquiera se les pasó por la mente que María nunca regresaría, por lo menos en esta vida...

domingo, abril 17, 2005

Soledad (cuento)

Después de un día agotador, llegué a casa escapando del frío penetrante que circulaba por la ciudad. No podía sentir mis pies y mis manos apenas podían adquirir la forma de la manilla de la puerta de entrada. Luego de entrar, toqué una y otra vez la pared hasta encontrar el interruptor que enciende el living. De pronto, la oscuridad reinante se tornó en un blanco fulminante que me encegueció por completo. Me deshice del peso que acarreaba mi espalda y me entregué por completo al sillón que se encuentra junto a la ventana. Suspiré, y lentamente me hice presa del silencio que reinaba en la habitación.
El sonar ruidoso e imponente del teléfono le robó el cetro al silencio y me tomó por sorpresa. En un acto casi inconsciente, lo contesto. No recuerdo exactamente como empezó la conversación; lo único que recuerdo es que tuvo el mismo final que ayer. Golpeé el auricular, como si él tuviese la culpa de todo lo que está pasando, y le entregué nuevamente el trono al silencio. ¿Para qué hacer sufrir de nuevo a mi alma? ¿Para qué torturarla con palabras que al final entierran más y más profundo la esperanza de un nuevo día? No, esta vez no dejaré que ese maldito rey me condene a sufrir un castigo tan severo que no merezco.
Intenté encontrar vestigios de vida por toda la casa; en los muebles, en el piso, en las paredes. Pero nada. Yo sabía que no los iba a encontrar. Era como la esperanza que tenía mi corazón de que algún día encontraría un refugio, un hermano en el cual podría confiar y crecer juntos hasta el día en que dejasen de latir.
Resignado a que esto no ocurriría, me dirigí a mi habitación. Encendí la luz de la lámpara del velador, que da una tenue luz amarillenta. Luego, mi vista se concentró en una imagen de una persona muy parecida a mí, acompañada de unas cuantas personas más. ¿Porqué la tendré yo, si no me siento parte de esa fotografía? No importa, se ve muy bien como adorno.
Casi automáticamente cambié de tenida y apoyé mi desconcertada cabeza sobre la almohada. A medida que mis ojos se fueron cerrando, fui sintiendo que se formaba un nudo en mi garganta que iba creciendo cada vez más. Pero ya estoy acostumbrado; es el mismo que se forma todas las noches, mientras me refugio en un mundo ideal. Un mundo en donde mi corazón es parte de una gran familia, el silencio es un simple esclavo y mi alma una doncella que descansa en paz, sin saber que muy prontamente va a ser arrebatada por una criatura que nos despoja de la felicidad, nos corta las alas y nos vuelve tan monstruosos como ella: la realidad.

Yo???

Simplemente no me atrevo a hacer una descripción de mi personalidad. Temo que si logro hacerla, al día siguiente la encuentre nada que ver y que al día subsiguiente piense que es otra persona la que está reflejada allí.
De lo que estoy seguro es que estoy creciendo, que estoy madurando y que tengo la fe de que llegará el día en que pueda decir firmemente y sin dudar: Éste soy yo. Por el momento, mis ojos tienen expresión de desconcierto, mis manos tienden a esconder el rasgo de inseguridad en mi rostro y mis labios se encogen del sólo pensar que queda un largo camino por delante..