El de las entradas

lunes, octubre 30, 2006

Vocación de un irresoluto

En esta extraña competencia, no se permite dar un paso atrás. Lo hecho, hecho está...y ni la más mínima mutación de la configuración de las reglas del juego podrán reivindicar los movimientos efectuados.
A medida que se continúa en la travesía , el ambiente se torna hostil, provocador, delirante. Muchas posibilidades de fallar, un éxito abstraído de la realidad y el paraíso sólo una vana promesa que se puede conseguir de cualquier entre dotado de una buena verborrea.
No, es imposible escapar. Se debe jalar de la próxima palanca. Cerrar los ojos...y prepararse para el tormento...o el goce...o el anhelado equilibrio.
Lo peor es que no se aprende de la experiencia, pues ésta sólo acarrea tortura e incertidumbre: pequeñas grandes alegrías atenuadas por el miedo a errar. Es un sendero sin fin...falto de puertas a las cuales acudir por refugio o rincones en los cuales guarecerse, al igual que un niño desposeído que huye de la irreflexiva tormenta.
Y mientras la conciencia se abre paso entre la obscura vegetación, lo superflue envejece y comienza a deacaer...pierde el aliento...hasta morder el polvo con la rabia de no haber podido tocar el cielo, el cual fue su amigo; su lumbrera; su perdición.

(Y todo esto mientras escucho una de las canciones pop más estúpidas de todos los tiempos: es increíble como mi dualidad actúa eficientemente XD)

1 comentario:

Jonathan dijo...

Yo hacía algo parecido: primero escuchaba un tema asquerosamente feliz metal y luego escuchaba una de las más tristes de Silvio Rodriguez, así sucesivamente hasta que me cansaba.
Conclusión: tiendo más a la tristeza que a la felicidad u.u ...
En fin, leía tu comentario y me preguntaba: "¿Felipito ya no quiede estudiad pediodizmo?"...
Saludos y adiós.